10 de septiembre del 2008 · Archivado en Cine y Televisión, Opinión

Ummm, no sé exactamente el momento en el que se empezaron a torcer las cosas en
Fox pero cuando fans y profesionales se cagan en tí, es que algo no está funcionando muy bien.
Y es que cada vez empiezan a hacerse más comunes los descalificativos para con el estudio, habitualmente acusándole de excesiva intromisión en los trabajos que está produciendo. Y vale que esto hacer películas es un negocio pero hay maneras y maneras de llevarlo a cabo, creo yo, vamos.
Matthieu Kassovitz lo dijo alto y claro pero no es el único que opina lo mismo aunque lo haga en voz baja. Recientemente
Alex Proyas comentaba que había rechazado su participación en el spin-off de
Estela Plateada porque Fox estaba detrás y se negaba a volver a trabajar con ellos tras el desastre de
Yo, Robot.
Otro que seguro no está muy contento es
Xavier Gens, despedido de
Hitman porque el estudio deseaba rebajar la violencia y obtener así una benévola calificación
PG13 mientras que el cineasta deseaba mantenerse fiel a la R inicialmente prevista. En la
Jungla 4.0 ocurrió tres cuartos de lo mismo (pero sin despidos) y también hubo que volver a montar la cinta, con el consiguiente cabreo de
Bruce Willis y
Len Wiseman.
El último en sufrir en sus carnes el intrusismo de Fox es
Gavin Hood, el director de
X-Men Origins: Wolverine, del que se comenta ha sido despedido porque se niega a aligerar la historia plasmada en el guión y hacerla así más cercana / atractiva al público juvenil.
Y esto que nosotros sepamos …
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Si pinchas, mejor llama a la asistencia.